Sobreprotección
¿Qué hay detrás de la sobreprotección?
¿Qué la diferencia de la protección en sí misma?
“Melón” donde los haya…
Si tienes una pequeña tribu a tu cargo (formada por uno o más componentes, eso es lo de menos), de un modo u otro, es muy probable que experimentes o hayas experimentado este término en tus propias carnes y no sólo como un vocablo más del diccionario español.
El prefijo “sobre” ya de por sí nos está indicando un exceso de algo, y como bien sabemos, ni el exceso ni el defecto suelen ser aspectos que sean armoniosos de por sí, puesto que todo en su justa medida sería lo suficiente y necesario para vivir en balance y equilibrio.
Sin embargo, también sabemos que ese ansiado equilibrio es resultado de un trabajo constante y a priori, no resulta sencillo; precisamente, por ir en su búsqueda con ansia (con lucha, autoexigencia, autocastigo…) muchas veces, acabamos volcando la balanza para donde no queremos.
No se trata de estar siempre en perfecto y constante equilibrio, eso sería una utopía ya que somos seres cambiantes, en desarrollo y aprendizaje, pero sí como mencionaba en mi último post de IG: lo idílico no ha de ser excusa para no ir en su búsqueda, si no la inspiración para hacerlo cada vez mejor.
La verdad es que la sobreprotección pienso que es un aspecto muy relacionado con el instinto de autopreservación -hincapié en auto- y de supervivencia, al cual nuestro cerebro más reptiliano sigue accediendo de forma muy accesible -y gracias a Dios! por eso seguramente seguimos aquí un día más-, aún cuando no necesariamente existen peligros reales que atenten contra nuestra vida.
Por otro lado, también creo que tiene que ver con querer evitar el dolor a toda costa, a nosotros y a los que amamos, puesto que no nos llevamos muy bien con él ni acabamos de aceptar su convivencia, entrando a menudo en esa lucha para no sentirlo o, más difícil aún, evitarlo… Una costumbre más bien de la sociedad occidental actual y que ejercemos en el otro especialmente cuando le consideramos más vulnerable y sin confiar del todo en sus habilidades. Y estos son justo los aspectos a los que hay que prestar atención cuando nos encontramos en circunstancias donde ese instinto más primario nos pide actuar: la necesidad propia, la evitación del dolor y la confianza en su capacidad para desenvolverse en dicha situación. Estos aspectos hay que someterlos a cuestionamiento para ver si realmente tenemos que dar cabida a la PROTECCIÓN -sin el “sobre”- o si tenemos que dejar que la vida siga su curso, así como las experiencias a las que se van a enfrentar nuestros peques.
Ya sabemos que somos seres vivenciales y que evitando experiencias quizá evitamos el dolor, pero también la gran enseñanza que puede esconderse ahí, ¡y no necesariamente negativa!… Aún y así, ahí está “nuestro reptil”- cerebro- anteponiéndose con el miedo, diseñado para buscar la alerta.
Como acompañante de familias me encuentro con este tipo de actitudes bastante a menudo, y lejos de demonizarlas, hay que darles cabida para comprenderlas y poder liberarlas desde ahí. Es necesario comprender que querer proteger y evitar de cualquier experiencia desagradable a los niños y niñas que amamos forma parte de nuestro instinto, y de igual forma, es necesario ser conscientes de ello para actuar en consecuencia, dándole el lugar que debe ocupar una vez lo pasamos por la coherencia. Comprender e integrar que nadie en esta vida está exento de momentos y vivencias costosas y retadoras, también es un ingrediente en la receta para equilibrar la balanza a la hora de calibrar si el peligro es real.
Pero vale, sí, la protección es un instinto, pero ¿qué pasa con la sobreprotección en realidad? Como ya hemos dicho, indicaría un exceso de protección, pero si “no” tenemos que escucharlo, ¿para qué esta? Pues bien, esta es la clave que puede abrir tu mente para que empieces a relacionarte con la protección desde otra mirada. Estás ready?
La sobreprotección está, ni más ni menos que para mirarte a TI. Para que vayas hacia dentro y veas qué te está llevando a actuar así.
Personalmente, a mí me llevó al siguiente nivel el hecho de comprender que la sobreprotección dice más de mí y de mi miedo que de la situación real y la otra persona. Porque en realidad, y ahora olvida lo comentado hasta ahora, SOBREproteger no es el hecho de proteger en exceso al otro… en realidad es protegerte a ti de tu propio miedo sobre lo que va a pasar y lo volcamos en la otra persona como si tuviéramos que salvarle de algo que no es suyo (de ahí lo de SOBREproteger), si no que es algo totalmente nuestro; y si vamos más allá, en una situación tan “instintiva” que puede ser incluso inconsciente, nos podría llegar a hablar de los propios miedos que tenías tú en la infancia o que tienes ahora pero siguen sin resolver. ¿Por qué te asusta tanto esa hazaña que está a punto de lograr? ¿Por qué quieres impedirle que se relacione o se abra a determinada experiencia?
Proteger es el acto consciente de elegir en qué momentos puedo y debo intermediar para el bienestar ajeno, pero también es elegir en qué momentos debo mantenerme al margen para no contaminarle y proyectar mi propia inseguridad en su desarrollo.
No vemos las cosas como son. Vemos las cosas como somos.
Lettering por @somos.cuanticos
De alma a alma,
Gracias por compartir este ratito de reflexión,
B.