Hablemos del cuerpo

Reflexionemos sobre su lenguaje, y prestémosle atención al papel que ocupa en la tríada mente-corazón-cuerpo.

¿Cómo de conectada está tu tríada?

Hace unas semanas en mi cuenta de IG @blanca.psicologiaconsciente te lanzaba la pregunta de “¿escuchas las señales de tu cuerpo?” y te he anticipado también algo sobre la tríada (o tríadas, hoy nos centraremos en una) que nos habita.

A menudo nos pasan desapercibidas o simplemente aprendemos a convivir con las sensaciones que nos envía, especialmente las de incomodidad pero sin dedicarles la suficiente atención y cuidado.

Hay cierta tendencia a habitar el físico como si estuviese separado de lo racional o lo emocional. Lo cierto es que son planos distintos, pero una cosa es que sean y operen en planos diferentes, y otra que no estén interconectados. En realidad, esa conexión es lo que los convierte en uno. Y lo que hacen no es más que ir traduciendo el idioma de uno al del otro, por si el mensaje no nos llega claro por un dial, a ver si lo sintonizamos mejor por otro.

Hay quien es más racional, quien es más emocional y quien es más corporal. Eso es evidente y natural. La cuestión es que entendamos los lenguajes que coexisten en nosotros y cómo se relacionan entre sí, cómo se influencian, porque de ello depende nuestro propio balance.

El sistema traductor sería, de forma muy simplificada, la siguiente:

El pensamiento induce a la emoción y te transmite cómo ese constructo mental te hace sentir, es decir, utiliza el lenguaje emocional para comunicarse en un plano distinto al de la mente. Y el cuerpo hace lo propio con las sensaciones físicas que emite y te hace llegar.

Probablemente has escuchado la frase “el cuerpo grita lo que la boca calla”. Ese es uno de los niveles en los que puede hablarte el cuerpo: cuando la emoción la callamos, o cuando no le prestamos atención -ni a ella ni a la razón- el cuerpo también lo traduce a su propio idioma. El cuerpo muchas veces te dice a qué debes escuchar, si precisamente al corazón, o a la razón; lo complejo es comprenderlo. Sensaciones agradables o desagradables, no importa, tiene ambas funciones. Tan sólo emite su propio lenguaje y lo que importa de verdad es que tú lo puedas atender.

El tema es que debido a que solemos vivir con estos sistemas creyendo que coexisten por separado, también hemos aprendido a desidentificarnos del propio cuerpo y por tanto, no siempre entendemos su mensaje, y no nos engañemos, en realidad, es como aprender un nuevo idioma. Empezar a observarte te ayudará a ir comprendiéndolo; ese escalofrío en un momento determinado, ese dolor de cabeza, esa agitación de felicidad o la oscuridad de un sentimiento triste… todo esto es una respuesta corporal a nuestro intercambio con situaciones, personas, lugares, nuevamente, pensamientos, o incluso frente a la toma de decisiones.

¿Vas viendo cómo funcionamos? El cuerpo está para servirnos pero sólo cuando nosotros le queremos escuchar y acoger. Porque en realidad, como en toda relación, el compromiso es mutuo. Y él está siempre comprometido, ¿lo estás tú con él?

Empecemos a reconocer la conexión de estos sistemas entre sí, de la tríada mente-corazón-cuerpo. El momento en el que eso sucede, tu vida empieza a cobrar otra fluidez, otro sentido, contigo y con el exterior. Empiezas a habitarte de verdad, a ir ubicándote en tu centro y en la coherencia del ser esencial, de reconocer que cuando todas las partes forman el UNO, es mucho más sencillo ir a favor de tu bienestar porque la tríada empieza a funcionar como un engranaje que no se estorba a sí misma, si no que va fluida y con soltura en la seguridad del ser, sentir y vivir en la mayor plenitud, con la consciencia de simplemente ser TÚ.

Cuida de tu hogar y observa cómo te habla. Os lo agradeceréis mutuamente.

Cuanto más te conoces… más libre eres.

Lettering por @somoscuanticos_qhhtt_bqh

De alma a alma,
Gracias por compartir este ratito de reflexión,
B.

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